
“Existe un riesgo real de que Puerto Príncipe caiga en manos de las pandillas, otorgándoles poder político en todo el país”, declaró al Financial Times de EEUU el ministro de Finanzas de Haití, Alfred Métellus.
Bajo el título «Las armas estadounidenses están convirtiendo a las pandillas de Haití en un ejército», el Financial Times publicó en las últimas horas un reporte sobre el poder de fuego de los pandilleros con informaciones de Joe Daniels, en Puerto Príncipe, Myles McCormick, en Miami, y Alison Killing, Chris Campbell, Peter Andringa y Sam Joiner en Londres.
El texto no proporciona información nueva sobre las bandas delictivas ni sobre otras aristas de la megacrisis, pero sirve para mantener la crisis haitiana en el tapete con datos que no por ser ya conocidos le quitan munición al problema ni mérito al temor del ministro haitiano de Finanzas, quien efectivamente no exagera.
Eran las 5 de la mañana del martes 25 de febrero cuando miembros de Viv Ansanm, una coalición de pandillas haitianas, anunciaron su avance a través del densamente poblado barrio de Delmas 30 en la capital, Puerto Príncipe, con ráfagas de disparos.
Blandiendo rifles de asalto, pistolas y machetes, saquearon casas y las incendiaron. Algunas personas fueron quemadas vivas delante de sus hijos. Las mujeres fueron violadas. Dos soldados fuera de servicio, hermanos, murieron en la masacre.
Entre quienes huyeron se encontraban Johnise Grisaule y su hijo de tres años, quienes ahora se encuentran a pocos kilómetros de distancia en una clínica reconvertida en campo de refugiados, junto con más de 4.800 vecinos.
«La policía no pudo hacer nada», dice Grasaule, en una tarde sofocante reciente, mientras espantaba moscas. «Había muchos más bandidos y con armas mucho más grandes».
Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, está sumido en una crisis política, económica y de seguridad que estalló con el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021.
Según la ONU, las pandillas controlan ahora el 90% del área metropolitana de Puerto Príncipe, rodeando el último reducto del gobierno de transición en el exclusivo suburbio de Pétion-Ville.
Los servicios, desde la atención médica y la electricidad hasta la recolección de basura, han colapsado, mientras que las pandillas controlan los puertos y todas las carreteras de acceso a la capital, extorsionando las mercancías que ingresan. Incapaces de huir, los residentes se apiñan en zonas seguras.
Innumerables barrios de la ciudad, a menudo desiertos, muestran las secuelas de la batalla, con escombros que cubren las calles y agujeros de bala que marcan los restos carbonizados de los edificios.
“Existe un riesgo real de que Puerto Príncipe caiga en manos de las pandillas, otorgándoles poder político en todo el país”, declaró el ministro de finanzas de Haití, Alfred Métellus, al Financial Times.
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