
Hoy, primero de mayo, el mundo conmemora el Día Internacional del Trabajo, una fecha que honra la dignidad de quienes, con su esfuerzo diario, construyen sociedades más justas, productivas y humanas. Y si hay una ciudad en la República Dominicana que puede levantar esa bandera con orgullo, esa es San Pedro de Macorís.
San Pedro no es solo tierra de grandes peloteros y poetas del verso libre. San Pedro es, por encima de todo, cuna de trabajadores. Aquí, durante décadas, rugieron los ingenios azucareros, que fueron columna vertebral de la economía nacional. Hombres y mujeres, desde las primeras luces del alba, llenaron de vida los cañaverales, las factorías y los muelles, con un sentido del deber que aún hoy nos define.
Luego vino el auge de la zona franca, y con ella, una nueva generación de obreros y obreras que, con manos disciplinadas, dieron forma a productos que salieron al mundo desde este rincón del Este. Aunque ese sector ha decaído, la fuerza del trabajo en San Pedro no se ha extinguido: se ha reinventado.
Hoy vemos el auge de emprendedores, de pequeñas y medianas empresas que nacen con esfuerzo propio, con creatividad, con sacrificio. Vemos también cómo instituciones como la Universidad Central del Este siguen formando profesionales que elevan el nombre de nuestra ciudad y aportan al desarrollo local y nacional.
Además, industrias tradicionales como el ron, la pesca y nuevas apuestas empresariales siguen dando empleo, esperanza y movimiento económico a esta tierra laboriosa.
En este Día del Trabajo, rendimos homenaje a todos los trabajadores macorisanos, del pasado y del presente. A los que sudaron en los ingenios, a los que cosieron en las naves, a los que siembran hoy sus sueños en un colmado, una barbería, una banca, un negocio digital, o una idea que apenas comienza.
San Pedro de Macorís es, fue y seguirá siendo una cantera inagotable de gente trabajadora. ¡Que viva el primero de mayo! ¡Que viva el trabajo digno! ¡Y que nunca se apague el espíritu laborioso del pueblo macorisano!
POR: RAFAEL DERICH