
En los últimos meses, las desapariciones de la vida pública de varios funcionarios chinos de alto rango han provocado intensas especulaciones sobre si Xi Jingping se ha embarcado en una purga, particularmente de aquellos cargos vinculados al ejército.
La última persona que parece haber caído en desgracia es el ministro de Defensa, Li Shangfu, que no ha sido visto en público desde hace algunas semanas.
Aunque su ausencia no se consideró inusual al principio, el escrutinio se intensificó cuando un alto diplomático estadounidense señaló la «desaparición».
Un cable de Reuters dijo más tarde que el general Li, que solía supervisar la adquisición de armas para el Ejército Popular de Liberación (PLA por sus siglas en inglés), estaba siendo investigado por compras de equipo militar.
Su «ausencia» se produce semanas después de que dos altos funcionarios de las Fuerzas de Cohetes (el brazo militar que controla los misiles nucleares) y un juez de un tribunal militar fueran destituidos.
Ahora circulan nuevos rumores de que algunos mandos de la comisión militar central del Partido Comunista Chino (PCC) -que controla las fuerzas armadas- también están siendo investigados.
Sobres estas expulsiones no ha habido casi ninguna explicación oficial, más allá de «motivos de salud», lo que ha dado lugar a todo tipo de especulaciones.
La teoría principal es que las autoridades están tomando medidas enérgicas contra la corrupción en el Ejército Popular de Liberación.
Las fuerzas armadas ha estado en alerta máxima: en julio emitió un llamado inusual pidiendo a la población información sobre corrupción en los últimos cinco años.
Según pudo contabilizar BBC Monitoring, desde abril Xi parece haberse embarcado en una nueva ronda de inspecciones.
En los últimos meses ha realizado cinco visitas a bases militares.
Poca transparencia en el gasto militar
La corrupción ha sido durante mucho tiempo un problema en el ejército, particularmente desde que China comenzó a liberalizar su economía en la década de los 70, señaló James Char, investigador de la Universidad Tecnológica Nanyang de Singapur que estudia la relación entre el Partido Comunista Chino (PCC) y el ejército.
Cada año, China gasta más de un billón de yuanes en el ejército y una parte se destina a adquisiciones, que por razones de seguridad nacional no pueden revelarse en su totalidad. Esta falta de transparencia se ve agravada aún más por el sistema centralizado de partido único de China.
A diferencia del tipo de escrutinio público al que están sujetos los ejércitos de otros países, las fuerzas armadas de China son supervisadas exclusivamente por el PCC, señaló Char.
Y aunque Xi ha conseguido algunos triunfos a la hora de moderar la corrupción dentro de las fuerzas armadas y restaurar su reputación hasta cierto punto, «erradicar la corrupción es una tarea titánica, si no imposible», ya que requeriría «rediseños sistémicos que, me temo, el Estado autoritario sigue siendo reacio a imponer», añadió el experto.
«Hasta que el gobierno del PCC no esté dispuesto a implementar un sistema legal adecuado que ya no esté vigilado por él mismo, estas purgas seguirán ocurriendo».
EL DIA