La República Islámica celebra el viernes, 5 de julio, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Se enfrentan el reformista Massoud Pezeshkian y el ultraconservador Saïd Jalili. RFI conversó con el historiador y especialista en Irán Jonathan Piron sobre las principales cuestiones que están en juego en la segunda vuelta, tanto para los candidatos como para el régimen y el pueblo iraní.
–RFI: En comparación con las últimas elecciones presidenciales, en las que Ebrahim Raisi fue declarado ganador incluso antes de la primera votación, estas elecciones parecen tener más incógnitas. Como especialista en Irán, ¿es ésa también su impresión?
Jonathan Piron: Estas son unas elecciones presidenciales de incertidumbre. No es una elección prevista, se anticipó [tras la muerte de Ebrahim Raisi, nota de la redacción] y los dos candidatos de la segunda vuelta tampoco estaban predestinados a convertirse en Presidente de la República. Otro punto sorprendente es que la primera vuelta registró una participación muy baja, con el reformista a pesar de todo a la cabeza, lo que tampoco tiene precedentes. Así que no sabemos realmente cómo se desarrollarán las cosas en la segunda vuelta. También podríamos tener la sorpresa final de Jalili o Pezeshkian.
–El reformista quedó primero en la primera vuelta. ¿Por qué fue una sorpresa?
Desde hacía varios años se pensaba que el campo reformista ya no representaba nada políticamente, y además estaba desacreditado por la población. La candidatura de Massoud Pezeshkian se vio impulsada por otros candidatos moderados que lo apoyaron, como Mohammad Javad Zarif. Una de las razones de su ascenso puede ser también que hizo una campaña muy local. Se abrieron muchas oficinas de campaña en las provincias, como en Azerbaiyán, pero también en lugares muy concurridos, como Teherán, cerca de las principales arterias de tráfico. Al final, hubo una campaña clandestina dirigida a la población, que bien pudo influir en este resultado tan alto. También quiso jugar esta campaña cerca de la gente, intentando hablar de la dureza de la vida cotidiana y de la necesidad de reabrir las negociaciones con Occidente para intentar levantar las sanciones, en oposición a la postura de Said Jalili, que se ha mantenido muy ultraconservador en sus posiciones. Ahora, vemos también que Massoud Pezeshkian tampoco ha conseguido ampliar su base electoral. La participación es históricamente baja, y una gran parte de quienes pueden identificarse con sus puntos de vista no acudieron a las urnas.
DIARIO LIBRE
