El aporte más significativo que deberá marcar la presencia del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, en su visita a Haití y República Dominicana es de alcanzar alguna viabilidad para que los haitianos logren vivir en paz y bienestar en su territorio, lo que evidentemente, disminuiría la pesada carga que representa su masiva inmigración hacia suelo dominicano.
Parece que Washington está más interesado en alcanzar la ruta hacia la celebración de futuras elecciones en Haití, después de que se consiga controlar las acciones de las bandas criminales que siguen desafiando la presencia de las tropas kenianas.
«La seguridad es el cimiento de todo lo que debe suceder aquí, incluido un camino hacia las elecciones el año próximo, pero también para entregar servicios al pueblo haitiano”, enfatizó Blinken tras reunirse en Puerto Príncipe con el primer ministro de Haití, Garry Conille.
En la primera visita de un alto funcionario de la administración de Biden a República Dominicana y Haití, se anunció la ayuda humanitaria de 45 millones de dólares para los haitianos por parte del gobierno estadounidense.
Actualmente, esos países caribeños no tienen un embajador de Estados Unidos en su misión diplomática.
El presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, en una conferencia dictada este jueves, 5 de septiembre en la capital estadounidense, reiteró su exhortación a la comunidad internacional para que no se olvide las penurias haitianas sobre la que expuso crea mucha presión a los dominicanos ante el éxodo migratorio.
En la plática privada entre Abinader y Blinken sostenida en el Palacio Nacional abordaron temas de la seguridad fronteriza, las relaciones bilaterales entre EE. UU., Haití y la República Dominicana, medio ambiente, los controles para frenar el contrabando de mercancías, tráfico de drogas y armas, así como las medidas aplicadas por las autoridades dominicanas para intentar reducir los flujos migratorios de haitianos que huyen de la pobreza.
Abinader y Blinken con la prensa
El presidente Luis Abinader ratificó que la prioridad del gobierno es con el pueblo dominicano y planteó que la crisis haitiana repercute en la economía nacional debido a las erogaciones que realizan las autoridades para cubrir el presupuesto del Ministerio de Salud Pública en los hospitales estatales donde acuden anualmente millares de parturientas haitianas ilegales.
Dijo que esa situación es “única en el mundo” y también citó la repercusión en los centros escolares públicos donde miles de estudiantes son haitianos.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, admitió que el drama haitiano no sólo inquieta a la República Dominicana sino igualmente a la comunidad internacional, que sigue trabajando para alcanzar la estabilidad en Haití a través de la misión liderada por Kenia.
El funcionario estadounidense felicitó al presidente Abinader por su liderazgo en la región y sus esfuerzos para que la comunidad internacional atienda a Haití.
Instituciones de la sociedad civil y nacionalistas dominicanos advierten sobre una agenda de “imposición” por parte del gobierno del presidente Joe Biden, que eventualmente abriría las compuertas a la potencia del Norte para tener mayor incidencia en la franja fronteriza, lo que se traduciría en una injerencia en los asuntos internos del país.
Soberanía Nacional
Los dominicanos confiamos en que la política exterior estadounidense en esta región caribeña se enfoque en auspiciar programas y acciones concretas dirigidas a incrementar las inversiones de capitales, fortalecimiento institucional y el desarrollo de la zona.
No quisiéramos escuchar las tradicionales reprimendas e imposiciones que violan nuestra soberanía y legítima decisión del estado dominicano en torno a su política exterior hacia Haití.
Aquí, lo que se impone es que la primera potencia mundial reoriente su política económica, social y de seguridad hacia los dos países caribeños que generen consecuentemente un clima favorable para la inversión especialmente en el litoral fronterizo.
Allí podrían levantarse naves industriales que generen empleos para los dominicanos y haitianos. De ese modo, se reduciría significativamente la masiva presencia de los inmigrantes ilegales que están esparcidos en todo el territorio nacional.
¿Puede Haití lograr un nivel de desarrollo que permita a su población más empobrecida salir de ese círculo medieval que lo ha golpeado por décadas?
Lógicamente que sí, primero si hay voluntad de países como Estados Unidos y Francia, que por muchos años dominaron económicamente a la antigua rica nación haitiana.
En territorio estadounidense viven ricos empresarios haitianos mayormente establecidos en los estados de Nueva York y La Florida, que deberían ser los primeros en retornar a su país de origen para contribuir a generar riquezas en ese olvidado territorio.
Por supuesto, habrá que recobrar la estabilidad y confianza institucional para que el liderato haitiano que hoy busca aplastar a los bandoleros que continúan en las calles de Puerto Príncipe tenga un espacio para la vital gobernabilidad.
Perversa campaña contra RD
No se explica por qué la sistemática campaña de algunos organismos internacionales contra la soberanía dominicana, como lo sigue haciendo Amnistía Internacional acusando a los dominicanos de racistas y xenófobos por supuestos maltratos a los haitianos.
Esa ONG extranjera nunca ha reconocido los enormes aportes de los dominicanos hacia los haitianos no tan solo por recibir a millones de esos ciudadanos ilegales en nuestro país, sino también por ser receptora de parturientas, estudiantes y trabajadores que vienen a buscar una mejor vida en la tierra de Juan Pablo Duarte.
Muchas expectativas en torno a la postura que adoptaría el presidente Luis Abinader cuando trató junto al secretario de Estado norteamericano en el Palacio Nacional los temas sensibles de las relaciones bilaterales entre República Dominicana y Haití.
El Ejecutivo ha sido firme y coherente en reafirmar en la propia sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York y en la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, que “no habrá una solución dominicana a la crisis haitiana”, refutando los señalamientos de algunos organismos internacionales que pretenden que el país cargue en sus hombros con la tragedia haitiana.
Por Manuel Díaz Aponte